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Qué son y qué hacer con las agujetas

Introducción:
La lesión muscular más frecuente es la que en el ámbito popular se conoce como “agujetas”. No son lesiones graves o que obliguen a una baja laboral, o que precisen inmovilización o el tratamiento quirúrgico, sin embargo, pueden afectar a grandes masas musculares, el dolor a la movilización puede ser muy incapacitante, y su periodo de recuperación siendo corto con respecto al dolor (3-5 días), la vuelta a la normalidad de los registros de fuerza máxima alcanzan las dos semanas. No aparecen en las estadísticas de las lesiones de los servicios de traumatología o de medicina de la educación física y el deporte. La razón es que todos nos curamos de ellas porque son autolimitadas y su proceso de retorno a la “normalidad” es completo en un tiempo moderado. No son graves, entonces… pero será interesante tenerlas en cuenta en ciertos períodos de entrenamiento.

Definición:
El nombre español de agujetas proviene de la idea popular que estas se producen por la cristalización del ácido láctico (sería el lactato sódico) en el músculo que ha trabajado intensa y anaeróbicamente, y “como agujitas” se clavarían en el músculo, al ponerlo en movimiento. La práctica de un ejercicio liviano disminuye con el tiempo la percepción de dolor, lo que confirma la hipótesis, pues, según ella el lactato se licuaría por el efecto mecánico del movimiento y térmico del calor. No vamos a definir todas y cada una de las diferentes teorías, hay diferentes revisiones nacionales y extranjeras con mejor o peor impacto en la ciencia nacional. El lactato no se cristaliza a temperatura corporal (ni en la nevera) y, como es obvio, nadie lo ha visto en ese estado en una biopsia muscular. Además, no se acumula en ningún sitio porque se reutiliza rápidamente por todos los tejidos corporales. Las agujetas son microlesiones musculares por un trabajo mécanico sobre unas fibras musculares, que no están preparadas para sostenerlo, bien por su estado de fatiga o porque no son las fibras adecuadas para ese trabajo solicitado (generalmente fibras rápidas) o por ambas razones. La rotura celular libera el contenido de la célula al entorno de la fibra. Sobre todo son las sustancias que provocan dolor e inflamación las que pondrán en marcha el estado inflamatorio que establecerán y aumentarán al inicio. Otras sustancias, como las enzimas musculares creatinquinasa (CK) y lactodeshidrogenasa (LDH) o la misma miosina muscular, aprecerán en el torrente circulatorio. La inflamación retiene agua que con el reposo se quedará en la zona y aumentará la presión local, por lo que con el inicio del movimiento aumentará el dolor. Este edema (retenciópn de agua) será el que disminuirá, cuando se haga un nuevo ejercicio con la consiguiente disminución de la noxa sobre las fibras nerviosas excitadas por la inflamación. La zona afectada es en general la músculo-tendinosa, pues es el lugar de transición de la zona contráctil a elástica, donde las fibras musculares sufren más tensión. Las débiles y fatigadas, las que no esten preparadas, sucumbirán.

Prevención y tratamiento:
Decir que lo mejor para curarlas es prevenirlas, no sólo es un error en la concepción de la idea de curar, sino que es una simpleza. Se cura, cuando ya hay patología, por lo tanto no es posible entonces evitar lo que se ha de curar. Evitarlas es inútil. Son parte de un poceso de adaptación. Podemos ser cautos en la administración de las cargas de trabajo y asegurar las medidas higiénico-deportivas usuales. Estas son básicas en la disminución de la percepción dolorosa, aunque no de la variación de la fuerza. La aplicación de frío (hielo o agua) después del ejercicio es necesaria sobre todo en ejercicios donde el componente de trabajo excéntrico o la solicitud de ciertos grupos musculares ha sido elevada. Una vez instauradas, un calentamiento más específico y prolongado pre ejercicio, un masaje superficial (nunca profundo), la posible introducción del trabajo en el agua y hasta un tratamiento con medicación antiálgica (paracetamol o acido acetil salicilico) a las dosis usuales, cuando son importantes, es más que suficiente. El tiempo lo cura todo. La recuperación será progresiva y el mejor es repetir aquel que las produjo a menor intensidad y velocidad. En el inicio, recordando sólo el gesto y prestando especial atención a la técnica, con cargas bajas y un número de repeticiones alto (15-20). El bicarbonato ayuda, en el mejor de los casos, a que el “lesionado” se hidrate, pero no sirve ni para diluir los cristales (que no existen) ni para disminuir el dolor o acelerar la recuperación.

Dr. Franchek Drobnic
Jefe del Depto de Fisiología del Deporte del CAR

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